jueves, 2 de noviembre de 2017

La mezquindad

La escritura es y será el desahogo de las frustraciones, sentimientos, secretos y de todo aquello que no nos atrevemos a decir por temor, por falta de tiempo, o por innumerables razones que penetran en nuestro cerebro y no dejan trascender la magia que se entrecruza entre la mente, las manos, los ojos, el teclado y la pantalla de un computador dejando nuestro sello y marca personal, teclear letras que van acumulando palabras que le van dando sentido y forma a un escrito. Con esas palabras transmitimos emociones de todo tipo, desde la algarabía del amor hasta el odio más terrible y temible que nace con la mezquindad de la condición humana.

Mi propósito con este escrito es reflexionar sobre un sentimiento que se refunde en los más profundo e indómito de la condición humana, un sentimiento que a primera vista se disfraza y está oculto para los ojos de los que nos rodean, pero que va saliendo a la luz pública lentamente, se va dejando ver en la sombra del corazón más resentido del ser humano. Bueno, ¿cuál es ese sentimiento? La mezquindad. ¿Qué es la mezquindad? Según el Diccionario de la Real Academia, es ese individuo “falto de generosidad y nobleza de espíritu”. No encontré una descripción detallada y barroca de quiénes son ese tipo de personas, pero desde mis encuentros personales con esas almas carentes de generosidad, podría describirlos como esos seres envidiosos que estallan en la mediocridad y que son incapaces de pensar más allá del esnobismo en el que se suelen disfrazar. Esos seres viven de apariencias y de querer mostrar una imagen que no tienen. Son esas personas llenas de egocentrismo, ese ego que no los deja escuchar al otro, porque están nadando en las profundidades de la sobredosis de la soberbia, la envidia y la maldad. Podría alguien decirme, ¿son malos? Si, lo son. Son malvados, porque muestran una armadura que no tienen, solamente que su envidia y su incapacidad es más potente que esa armadura, porque se pueden ver las fisuras y los que observamos sus caras podemos ver sus transformaciones y sus juegos de poder para destruir a las personas que poseen las codiciadas cualidades de las que ellos carecen por completo.

Entonces, ¿la mezquindad está íntimamente ligada con la envidia? Así es, completamente unida. La envidia negativa es el principal alimento de la mezquindad, pero cómo se manifiesta. La manera de manifestarse es simple, por ejemplo, miradas de rencor, desigualdades, abusos de poder, y esparcir rumores negativos sobre las personas que envidian, en fin, son innumerables síntomas los que muestran los mezquinos. Bueno después de todo esta descripción, ¿cómo enfrentarlos? Con firmeza, porque a ese tipo de seres oscuros es la cualidad que más les hace falta. También se enfrentan con disciplina y profesionalismo, porque esas raleas de seres bajos no saben qué es la disciplina, no son capaces ni de pegar un botón en una camisa, generalmente no tienen muchas habilidades manuales ni tampoco han logrado usar el cerebro en un buen porcentaje. Su vida pasa entre fetiches, compras por internet, leer novelas de amor que los pone a soñar con el príncipe azul y ver series televisivas, también les gustan los súper héroes, porque alimentan el narciso que llevan dentro.

Las peores historias de terror que me han sucedido en mi vida profesional están relacionadas con ese tipo de personajes mediocres. No logro exterminarlos del camino, pero por lo menos en este momento están congelados en la cobardía que usan para dañar al otro. Por eso se enfrentan con firmeza y compasión. ¿Compasión? Si, son de lástima por lo mediocres y torpes que son para todo.
Así querido lector, si llegas a toparlos en el camino, no temas, sólo míralos con firmeza nada más.